La conocí en la sección de cuadros religiosos del Bellas Artes, mientras ambos mirábamos una pintura donde se representa a Jesús cubriendo con una inmensa capa a una serie de santos y jerarcas ecleciasticos. Vestía una chaqueta en tonos café crema hasta la cintura, una falda negra larguísima y unas botas negras de medio taco. Su pelo era largo, liso y azabache. Sus ojos de felina convinaban muy bien con una boca suave y un rostro de rasgos finos. Aunque su atuendo quería evitarlo, sus formas se rebelaban coquetas bajo el vestido haciéndome perder definitivamente la atención en los óleos.
La seguí insinuante hasta la sección de clásicos nacionales. Frente al Hundimiento de la Esmeralda hice un comentario con respecto al juego de las tonalidades (una pelotudes que se me ocurrió en el momento) para llamar su atención. Me devolvió una despectiva mirada de reojo que más que desmotivarme, me incitó (debo reconocerlo, soy un poco masoquista).
Pasamos de largo por la sección de Matta y bajamos hasta donde están las blancas esculturas. Frente a La Piedad, me atreví a hablarle directamente. Luego de un comentario sobre el yeso (tan insulso como el de los tonos) me presenté formalmente, creo que eso llamó su atención. Me dijo que se llamaba María de los Ángeles Prieto, estudiaba Pedagogía Básica en la Universidad de Los Andes y que los domingos despues de la misa de 12 en la Iglesia de la Merced, caminaba hasta el Forestal pa pasar el rato, ya que esos días en su casa es el almuerzo familiar y ella prefiere evitar el gentío, además como son tantos, uno que falte no se nota-despues de ese comentario esbosó una suave sonrisa, que me hizo recordar el por qué me gustan tanto las mujeres-
La invité a caminar por el parque y nos fuimos hasta donde los padres de fin de semana llevan a sus hijos a jugar. Nos sentamos en el pasto, me llamó la atención su relajo, compró dos chocolitos y nos pusimos aconversar. Me contó que participa en Acción Católica levantando media aguas y haciendo Colonias de Veraneo. Admira al padre Hurtado y a Escrivá de Balaguer; que por ahora estaba soletra pero le gustaria casarse y tener hartos hijos. Todo eso me hizo pensar y mientras saboreaba el chocolito, trate de replantearme ante esta situación: No sólo era una cuica a quien trataba de hacerle los puntos, más encima era Opus Dei. Definitivamente, jamás me daría la pasada, pero como buen Puta Madre que creo ser, decidí jugarmela.
Se levantó derrepente del pasto mirando su delicado reloj, luego me miró con ternura y se escusó diciendo que puede faltar al almuerzo, pero que a su abuela le daria ataque si no está para la tertulia. Me besó en la mejilla (dejando rozar sus labios en la comisura de los mios) y se alejó caminado. Alcancé a reaccionar y le pedí el celular, me dijo que no usaba, pero me dió su mail.
La observe hasta que se perdió al doblar en una esquina, tenía un caminar que parecia más de mulata en celo que de niña de parroquia, esa era la señal...aquí habrá rock and roll, me dije sonriendo....(continuará)
Eloy Kutral
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