jueves, 18 de octubre de 2007

¿Cuánto vale mi lugar?

Los abuelos solían decir que la inteligencia no se compra en el almacén de la esquina, queriendo dar a entender que hay cosas que no se pueden adquirir así como así, simplemente, como quien va a comprar un kilo de pan. Lamentablemente, hoy en día, todo (o casi todo) es posible adquirirlo, comprarlo, transarlo. Como en la película El Mago de OZ, podemos ir donde el señor dueño de todo y a cambio de una considerable suma, adjudicarnos un título que nos acredite como excelentes Profesores, Abogados, Ingenieros, etc. La mitad del dicho ha perdido veracidad, podemos ir y comprar el título o lo que sea nos haga falta para ser considerados “alguien”, pero existe una especie de justicia (muy ciega) que en la practica nos recuerda que el refrán aun, y ojala nunca, pasará de moda: Sí, todo puede ser comprado…pero una vez que llegues al lugar donde debes ejecutar aquello por lo cual has sido calificado, quedará en evidencia que eres un completo imbécil, desprovisto de tacto, de empatía, de capacidades, de “expertís” como dicen los siúticos y sólo tus contactos, tus mal habidas influencias te mantendrán en ese puesto y harás uso de todo lo que esté a tu alcance para mantenerlo, convirtiéndote en un ser opaco, vil y despreciable; sin amigos, sin amor…sin nada.
¿Qué hay a cambio? ¿Ser un don nadie? Quizá. Quizá prefiera no tener poder, ni una remuneración “elevada”, pero duermo mejor en las noches, de hecho la gente me sonríe y yo soy capaz de sonreírles. Puedo amar y ser amado, y hasta se hacer un par de cosas bien. No, no pude comprar un título al contado, no tengo contactos influyentes que me aseguren la permanencia en mi trabajo, mucho menos un fácil ascenso. No tengo claro mi futuro, pero prefiero ir así por la vida, ganándome paso a paso los pequeños peldaños de esta sinuosa escalera por que se que no voy solo, que los que van conmigo no lo hacen por un posible favor, sino, por que al igual que yo, sólo quieren caminar y descubrir lo que el universo nos tiene preparado. Sí me preguntas ¿cuánto vale mi lugar? Te diría “No lo sé, en realidad poco me interesa”.