Fuerza: cualquier acción o influencia conciente, capaz de modificar el estado de movimiento o de reposo de un cuerpo, es decir, de imprimirle una aceleración modificando su velocidad.
Violencia: comportamiento deliberado que resulta, o puede resultar, en daños físicos o psicológicos a si mismo u otros seres humanos, o más comúnmente a otros animales o cosas.
Nuestro mundo nos consume física y sicológicamente. Incapaces de responder, la desesperación nos lleva a recurrir a lo primero (y lo más fácil) que tenemos a mano: La violencia. Pero la violencia no es otra cosa que una acción desconcertada, llevada por la ira y la desepción.
Imagina al esclavo tratando de romper sus cadenas con los dientes, ¿inútil? ¿estúpido? pero impulsado por años y años de castigo y humillación, desprovisto de las armas fundamentales para hacer frente a su situación, no le queda más que dejarse llevar por la desesperación, terminando en la absoluta demencia. Luego la seguera insana lo llevará a actuar violentamente contra lo que sea, igual que un perro infectado de rabia, para terminar, igual que el perro, asesinado en pro del bien común.
La acción violenta no comprende otra cosa que la desesperación llevada a la practica. El ser humano privado de educación y por ende de una comprensión de su entorno, dejará salir de su interior la más ciega de las actitudes, que no podrá controlar, convirtiendose a la larga en su propio verdugo.
El proceso de liberación nace desde el interior de cada persona. Tomemos al mismo esclavo antes de lanzarse contra sus cadenas: quiza comento sus sentimientos, tal vez habló con otros esclavos, aprendió de ellos al compartir experiencias. Llenó su corazón con una idea: La Libertad.
Ahora, en vez de mascullar su rabia, mientras trabaja observa, analiza, se arma de paciencia y espera. Ha encontrado entre sus compañeros gente experimentada y sabia, valeroza, con sus mismas intenciones y sentimientos. Ha descubierto las falencias de sus amos, los conoce, sabe sus debilidades y fortalezas, diseña un plan: logran huir, son libres. Han aplicado una fuerza, o dicho de otro modo, han actuado concertada y concientemente contra sus cadenas y logrado su objetivo.
El adorador de la violencia, no hace más que poetizar sobre sus trancas, sus miedos y sus incertidumbres y se lanza en caida libre sobre algo que no es capaz de comprender. Ni la muerte puede liberarlo.
El hombre libre, se hace libre antes de romper sus cadenas. Debe serlo para actuar a conciencia y lograr su objetivo, de lo contrario seguira siendo esclavo de si mismo y por ende, de cualquiera.
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